ARTUSI: 412. Apios de guarnición.

Los antiguos, en los banquetes, se coronaban con la planta del apio, creyendo neutralizar con ella los efectos del vino. El apio es de gusto agradable por su especial aroma; por esto y por no ser flatulento merece un puesto entre las verduras saludables. Preferid los de gran penca y utilizad sólo las pencas blancas y el tallo, que son las partes más tiernas.
Aquí tenéis tres formas diferentes de cocinarlo: para las dos primeras estará bien que deis a los trozos el largo de 10 centímetros, y sólo de 5 para la tercera. El tallo después de haberlo pelado, cortadlo en cruz, y dejadlo pegado a la penca, después hervís esta hortaliza en agua algo salada no más de cinco minutos y retiradla escurrida:
1. Ponedla a sofreír en mantequilla, después llevadla a cocción con jugo de carne y añadidle parmesano cuando lo mandéis a la mesa.
2. Admitido que los apios crudos sean de entre 200 a 250 gramos, poned en una cacerola 30 gramos de mantequilla y un picadillo con 30 gramos de jamón entreverado picado muy fino con un cuarto de cebolla mediana. Añadid dos clavos de olor y sofreír. Cuando la cebolla haya tomado color, añadid caldo y llevad el sofrito a cocción. Entonces trituradlo y poned en una fuente los apios extendidos, condimentadlos con un poco de pimienta, porque no es necesaria la sal, y mandadlos a la mesa con el jugo.
3. Enharinadlos, sumergidlos en la masa n. 156 y freídlos en grasa o aceite; o quizá, que será mejor, después de haberlos enharinado, sumergidlos en huevo, empanadlos y freídlos. Esta última receta de los apios se presta más que las otras como guarnición de guisos de carne con cuya salsa los mojaréis.

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